الولي
كلمة (الولي) في اللغة صفة مشبهة على وزن (فعيل) من الفعل (وَلِيَ)،...
De Abû ‘Abdu Al-lah Yabir Ibn ‘Abdu Al-lah, que Al-lah esté complacido de ellos, que dijo: ‘El Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nos envió al encuentro de una caravana de Quraish, designando como emir de la expedición a Abû ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido de él. Nos aprovisionó con un hatillo lleno de dátiles sin que encontrara otra cosa para nosotros. Abû ‘Ubaida solía darnos un dátil cada día debido a la escasez. Después uno preguntó: ‘¿Y qué solíais hacer con él?’ Dijo: ‘Lo chupábamos como lo puede chupar un niño. Después bebíamos agua y nos bastaba ese día hasta la noche. También golpeábamos con nuestros bastones las hojas de un árbol conocido, las cuales, humedeciéndolas en agua, nos servían de alimento’. Continuó diciendo: ‘Partimos hacia la costa. Y se levantó ante nosotros en la orilla del mar un montículo de arena en forma de duna rectangular y de grandes proporciones. Cuando al acercarnos, vimos que se trataba de un enorme cachalote (ámbar)’. Y dijo Abû ‘Ubaida: ‘¡Muerto!’ Luego dijo: ‘¡No! Nosotros somos emisarios del Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y por la causa de Al-lah. Y nos vemos obligados por la necesidad. Así pues, comed’. Acampamos allí durante un mes los trescientos que éramos, hasta que desapareció nuestra delgadez. También nos vimos sacando la grasa de la cavidad de los ojos con el cubo. Y cortábamos trozos tan grandes como un toro. Y cogiendo Abû ‘Ubaida trece hombres los hizo sentar en la cavidad del ojo del enorme cachalote. Después tomó una costilla del animal y, poniéndola de pie, hizo pasar por debajo de ella el camello más grande que teníamos, con su montura y su jinete. Por último, nos aprovisionamos de su carne e hicimos tiras y las secamos al sol. Cuando llegamos a Medina fuimos al Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y le mencionamos todo lo sucedido. Y dijo: “Esa es la provisión que Al-lah sacó para vosotros. ¿Os queda algo de su carne de la que podáis darnos de comer?” Así pues, le mandamos de su carne y comió’.
El Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, envió una expedición al encuentro de una caravana de Quraish, designando como emir de la expedición a Abû ‘Ubaida. Les aprovisionó con un hatillo lleno de dátiles sin que encontrara otra cosa para ellos. Abû ‘Ubaida solía darles un dátil cada día debido a la escasez. Lo chupaban; después bebían agua. También golpeaban con sus bastones las hojas de un árbol del que se alimentaban los camellos, y la humedecían en agua para suavizar su aspereza; que les servía de alimento. Cuando llegaron a la costa del mar vieron un montículo de arena en forma de duna rectangular y de grandes proporciones. Cuando se acercaron, vieron que se trataba de un enorme cachalote (ámbar). En un principio su emir Abû ‘Ubaida les prohibió a que lo comieran, ya que estaba muerto. Y el animal muerto está prohibido su consumo, según recoge el Corán. Sin embargo, luego cambió de opinión y les permitió a que comieran de aquel animal marino. Está permitido el consumo del animal muerto en situación de necesidad; y más aún si se hallan en una misión por causa de Al-lah, Glorificado sea. Desconocían también que el animal marino muerto es lícito su consumo. Ante aquella necesidad consumieron aquel cachalote, y llevaron consigo una parte de su carne. Al llegar a Medina, informaron de lo sucedido al Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y este les confirmó que lo que hicieron fue correcto, e incluso comió también parte de esa carne.