الكبير
كلمة (كبير) في اللغة صفة مشبهة باسم الفاعل، وهي من الكِبَر الذي...
De Yabir Ibn Abdallah, que Al-lah esté complacido de ambos, [atribuido al Mensajero de Al-lah]: “Que mientras montaba su dromedario por el camino, éste se lesionó, así que quiso abandonarlo. Dijo: Luego me alcanzó el Mensajero de Al-lah, Él le bendiga y le dé paz, que suplicó por mí y golpeó mi dromedario. Éste empezó a galopar como nunca había galopado. Después, me dijo el Mensajero de Al-lah: ‘véndemelo por una onza de plata’. Le dije: ‘no’. Él dijo de nuevo: ‘véndemelo’, y se lo vendí por una onza y le puse como condición emplearlo hasta llegar a mi familia. Cuando hube llegado, le llevé el dromedario al Mensajero de Al-lah. Él me entregó su precio en moneda y me volví. Él envió que me alcanzaran en mi camino de vuelta, y dijo: ¿Crees que he regateado contigo para tomar tu dromedario? Toma tu dromedario y tu dinero, puesto que son tuyos”.
Yabir Ibn Abdallah, que Al-lah esté complacido de ambos se encontraba con el Mensajero de Al-lah, Él le bendiga y le dé paz, en una expedición militar. Yabir montaba un dromedario que ya estaba tan agotado y débil para seguir caminado al ritmo del ejército que quiso liberarlo, ya que no le sacaba ninguna utilidad. El Mensajero de Al-lah, Él le bendiga y le dé paz, dada su compasión y empatía por sus compañeros y comunidad, solía ir al final del ejército para ayudar al débil y al incapacitado. Así, alcanzó a Yabir que iba a lomos de un dromedario escuálido, rogó por él y golpeó al dromedario. Éste (el dromedario) empezó a galopar como nunca había galopado gracias a la generosa y bendecida palmada que le dio el Mensajero de Al-lah, la cual se convirtió en fuerza y ayuda para el exhausto dromedario. Después, el Mensajero de Al-lah, dado su excelente ser y su gran afabilidad, quiso animar el espíritu de Yabir y entablar una conversación con él, lo que ayuda durante el viaje y acorta las distancias. Así que le dijo: “véndemelo por una onza”. Yabir, que Al-lah esté complacido con él, sintió codicia por la riqueza de Al-lah y, a sabiendas de que no menoscababa su religión si se niega a vendérselo al Mensajero de Al-lah, Él le bendiga y le dé paz, ya que eso no está comprendido en los actos de obediencia obligatorios, por lo que se negó a vendérselo. A pesar de ello, el Mensajero de Al-lah volvió a insistir en que se lo vendiera por una onza y Yabir aceptó, poniendo como condición montarlo hasta llegar a su familia en Medina. El Mensajero de Al-lah aceptó su condición. Cuando llegaron, Yabir le llevó el dromedario y el Mensajero de Al-lah le entregó su precio en efectivo. Cuando Yabir se fue, el Mensajero de Al-lah ordenó que lo alcanzaran y le dijeran que volviera. Cuando Yabir volvió, el Mensajero de Al-lah le dijo: “¿Crees que he regateado contigo para tomar tu dromedario? Toma tu dromedario y tu dinero, puesto que son tuyos”. Este comportamiento no debe extrañar dada su generosidad, su excelente ser y su gran afabilidad. Tiene una conducta grandiosa, Al-lah le bendiga y le dé paz.