¡Hermanos musulmanes! Teman a Al-lah, Alabado sea, y reflexionen en la gran sabiduría que estableció en todos los actos de adoración que nos ordenó, y en todos los males y pecados que nos prohibió; y sepan que Él no prescribió los actos de adoración porque estaba necesitado de nosotros, al contrario, Él prescinde de todas las criaturas, pero nos ha ordenado todos estos actos de adoración porque somos nosotros quienes estamos necesitados de Él y porque todos nuestros asuntos –religiosos y mundanos– dependen de Él. Todos los actos de adoración son un bien para los cuerpos, los corazones, los individuos y las naciones; por ello, si se purifican los corazones se purifican también los cuerpos. Dijo el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Por cierto que en el cuerpo existe un órgano que si se encuentra sano, todo el cuerpo lo estará también; y si se corrompe, todo el cuerpo se corromperá. Este es el corazón”.